INTERROGANTE DE 350 AÑOS

Con apenas 16 años de edad, resuelve un interrogante de 350 años


El indú Shouryya Ray, llegó a Dresden (Alemania) con su familia, y como es normal en Europa, continuó sus estudios escolares. En el instituto, el profesor de física les comentó que el movimiento parabólico de un proyectil teniendo en cuenta el efecto gravitatorio y la resistencia del aire, era un problema planteado por Newton desde hacía 350 años y que aún no había sido resuelto analíticamente. Shouryya pensó que intentar solucionar el problema no haría daño, aunque no fuese capaz de desatar el enigma.
Después de mucho esfuerzo mental, pudo decir ¡eureka! Además de plantear las ecuaciones que resuelven el problema, el joven de 16 años también ha podido predecir con exactitud cómo golpeará y rebotará el proyectil en la pared. 

Ray ha presentado su investigación con un informe titulado: “Solución analítica de dos problemas fundamentales no resueltos de la dinámica de partículas” y que se convertirá en un documento base para la comunidad científica y los departamentos de balística de los principales cuerpos de investigación criminal.

El joven afirma que disfruta mucho de la “belleza intrínseca” de las matemáticas, pero asegura con humildad que no es “ningún genio” y confiesa que le gustaría también destacarse en otras actividades, además de las matemáticas.
Los padres deben involucrarse en la formación de sus hijos 

El padre de Ray es un ingeniero que le ha enseñado matemática a su hijo desde temprana edad, lo cual es un ejemplo de la responsabilidad de los progenitores en la formación de sus hijos. Siempre hemos afirmado que la educación escolar es un asunto de todos y que lo que hagan los padres por sus hijos es clave para el éxito del educando.

Linus, Clara, Mallory y Shouryya nos enseñan que la niñez tiene un gran potencial que puede ser explorado y explotado y que si cambiamos la escuela, obviamente, ésta no se va a convertir en una cantera de científicos pero sí se logrará que se pueda dejar de lado el matoneo; que se despierte en la nuevas generaciones el amor por estudiar, que se alejen tanto de los psicoactivos como del licor y que tengan una vida sexual sana.

Pero no es dotando a las instituciones educativas de computadores e internet, enredando al profesor con el llenado de documentos, confundiendo la educación por competencias con la competencia del docente, hablando de educación gratuita y obligatoria en una Colombia (donde un millón setecientos mil niños trabajan), como se podrá transforma la escuela y al país. Se requiere mucho más para superar la crisis de 200 años en la que nos hemos acostumbrado a vivir y la escuela puede y debe contribuir al cambio.

Para ello hay que permitir que en las instituciones educativas la niñez pueda, como decía el español Manuel Bartolomé Cossío (1857-1935) “Desarrollar la actividad, la espontaneidad y el razonamiento en el niño; estimular su iniciativa; favorecer la expansión de sus fuerzas interiores; hacer que sea no sólo partícipe, sino el principal actor de su propia educación en vez de degenerar en una rueda inerte del mecanismo escolar; que bulla en él la vida; que todo le hable; que sienta el deseo de verlo todo, de cogerlo todo, de comprenderlo todo (...). No hay resultado positivo si el niño no crea e investiga por sí. (...). El niño es un investigador; descubre relaciones que tal vez no ha visto nunca el maestro”.

Francisco Giner de los Ríos (1819-1915) uno de los fundadores de la Institución Libre de Enseñanza, decía: “El maestro no representa un elemento de importancia de este orden, sino el primero por no decirlo todo. Dadme el maestro y os abandono la organización, el local, los medios materiales.” Él junto con Cossío fueron paladines del cambio pedagógico en España a finales del siglo XIX. 


Por: Diego Arias Serna
Madrid (España)
Doctor en Física, Universidad Complutense de Madrid
Profesor-investigador Universidad del Quindío
Presidente Fundación Semillero Científico (EAM)
darias@fis.ucm.es
darias@uniquindio.edu.co 

Creado por Bechy en 2010